Vida y dolor una relación conceptual y vital




Vida y dolor una relación conceptual y vital 

                                                                                                                  Emiliano Trejo Alvarado

Preliminares


La problemática o tema que pretende tratar en este breve escrito es la relación conceptual y vital del dolor y la vida. Como tantas acciones su motivación y propósito está ligado a cierto evento, en el presente caso es el enfoque abierto por Jünger en su escrito “Sobre el dolor”. Jünger nos presenta al dolor con gran definitividad con respecto al desarrollo de la vida y su influencia en su entendimiento de ella, para Jünger es un criterio inmutable por el que se pasa la vida misma y su entendimiento, y con todo guarda una característica pluralidad y dinamismo, pues cada persona se enfrenta al dolor de modos enteramente distintos y cambiantes. Mi interés es tratar sobre dicho tema pero no enmarcado dentro de Jünger sino dentro de la problemática del enfoque mismo, tomar en serio dicho planteamiento exige que dé cuenta de él por mi mismo por lo que mi tratamiento se distanciará del que Jünger nos ofrece; al menos en tanto no estar comprometido con los compromisos de su tratamiento.


Dichas las anteriores cuestiones aclaratorias, introductorias y preparatorias podemos entrar de lleno con la cuestión de la que nos interesa hablar. Primero hemos de notar ciertas limitaciones claras en la empresa de hablar del tema mismo, pues estamos lejos de poder ofrecer una descripción completa del fenómeno o de su estructura básica por desafíos como la extensión, madurez de la reflexión y limitación de la propia perspectiva y legitimidad de hablar del tema. Por lo que sin centrarme mucho en profundizar en las limitaciones consideramos oportuno abordar nuestra cuestión desde tres trincheras: La unidad y pluralidad del dolor, La relación entre el dolor y la seguridad, El dolor y la axiología personal.


La unidad y la pluralidad del dolor


Abordamos la cuestión empezando por centrarnos en la pluralidad y unidad del dolor no por una cuestión de mera enumeración, sino que esto lo hacemos porque  nos conducirá y cimentará en nuestra conclusión estrecha y bien limitada respecto a la relación conceptual y vital entre el dolor y la vida, es decir, la última sección, la del dolor y la axiología personal. A menudo se opone pluralidad con unidad en la tradición filosófica como antitéticas, pero sería un claro error tomarlas como fuerzas absolutamente repulsivas entre sí, es decir, que no admiten compatibilidad alguna. Tanto como si se tiene un visión plural o unitaria respecto a alguna cuestión para nada es descabellado que a menudo se tenga que explicar al menos en parte y en algún nivel la visión que no es la principal. Posturas que abrazan más y enfatizan esta invocación de la postura que no es la principal sostendrán ambas de manera muy estrecha, sin conceder una jerarquía necesariamente a alguna, sino tratando de darle su lugar a cada una de manera legítima en la medida de las posibilidades.


El fenómeno al que nos acercamos, el dolor, parece ser claramente plural y guardar cierta unidad, al menos debe haber un sentido en que lo sea, así sea muy mínimo. Al menos esto parecen revelar nuestras prácticas y discursos al referirse y pronunciarse con respecto a él. Le asignamos cierta unidad pues hablamos del dolor en general, como un algo que se desarrolla en diversas instancias, ya sea en la práctica médica, psicológicas, políticas, educacionales, jurídicas, sociales, etc. Incluso asignamos cierta conexión entre las diversas instancias de su desenvolvimiento, siendo una especie de conexión entre campos unidos por un objeto de estudio; el cual es afectado e interactúa de diversas formas. Si con el tratamiento general que le asigna cierta unidad por tener desde diferentes perspectivas o aspectos cierto objeto de estudio mismo, el dolor, tenemos ya un aviso de pluralidad mismo con los diferentes métodos y tratamientos, y comprometiéndonos con las perspectivas del objeto mismo, es en la dimensión individual y personal de la que ninguna de las prácticas anteriores escapa dónde la pluralidad es enfatizada más y parece generarnos más problemático reconciliar cierta generalidad y unidad al tratamiento y de lo que tratamos, pues aquí acontece cierta autonomía y dinamicidad que escapa de dichas prácticas. Esto nos advierte que incluso la perspectiva y método que adopte al estudiar su objeto podría tener problemas en hablar con cierta unidad y defenderla con respecto al dolor, pues dicha esfera, la individual y personal es ineludible para la validez de lo que hablemos con respecto al dolor. No obstante, no es obvio o totalmente claro que haya una aversión o incompatibilidad total sino que constituye un punto central para hablar del dolor, y también de varios fenómenos colectivos e individuales. Parece ser, digamos, el punto de la cuestión misma. No pretendo resolver dicha dificultad epistemológica, ontológica y atinente a filosofía del lenguaje. Pero el señalar dicha limitación me permite bordear y ajustar los límites y clarificar los alcances y validez de en lo que me propongo desembocar, la relación entre el dolor y la axiología personal. Es un límite autoimpuesto para el correcto tratamiento.


Puesta esta relación problemática y enigmática lo que digamos aquí tiene una clara provisionalidad, lo podemos poner de manera aproximativa e intuitiva como: El dolor es el dolor, pero mí dolor no es el dolor de otro. Dicha aparente aporía la tenemos muy identificada en la vida cotidiana, por ejemplo al hablar de la alegría, el sabor o fenómenos parecidos. Hay cierta incomunicabilidad y cierto choque, por la autonomía de la dimensión personal, y con todo creemos y sostenemos comunicarnos respecto a ese fenómeno, y así parece serlo. Por lo tanto, mi tratamiento será remarcar, extraer, y conducir para hablar sobre la relación del dolor con la axiología personal, desde lo que parecen enfatizar y comprometernos nuestras prácticas y discursos humanos. Dicho esto podemos pasar a la siguiente sección.


La relación entre el dolor y la seguridad.


Parte importante de la experiencia del dolor es la seguridad, desde cómo nos acercamos a él, hablamos de él y decimos experimentarlo. Parece ser un criterio decisivo muchas veces en el desenvolvimiento del fenómeno. Pensemos en los distintos proyectos y desenvolvimientos capitalistas desde su dimensión discursiva, y tantas veces moral, es replicado varias veces colectivamente que ciertas clases sociales deben soportar ciertas cargas y vicisitudes así sean terribles, para un día, el cual no es asegurado por nada pero sí perjurado de ser cierto, gozar de ventajas y ausencia de esos dolores. Dicha administración terrible y opresiva del dolor tiene un impacto en cómo nos acercamos a nuestro propio dolor incrementándolo, ignorándolo, provocándolo en nosotros y a otros, y en como lo tratamos. Esta sólo es una instancia y aspecto, y un modo que enmarco yo mismo para acercarnos, pero revela, enfatiza y deja claro que el dolor también es un fenómeno colectivo social y político, impactando en la esfera individual y personal del propio dolor. Sentado esto, la relación entre seguridad y dolor está influenciada colectivamente. La seguridad está relacionada con el dolor porque el dolor es también un aviso, una advertencia vital y de mera supervivencia. Está intrincada la relación de seguridad y dolor, entre los proyectos vitales individuales, colectivos y mecanismos biológicos.


La administración colectiva e impuesta del dolor establece márgenes de seguridad no sólo discursivos sino factuales que servirán a nuestros proyectos individuales y que definirán también nuestra seguridad con respecto a nuestros proyectos (formas de vida) y nuestra manera de supervivencia. Estando el dolor ineludiblemente ligado a los mecanismos políticos y sociales en los que se vea intrincado y reforzado en la esfera individual por la necesidad vital de seguridad. Pero también está instanciado a cierta autonomía y particularidad de la relación individual del agente con la seguridad, el dolor, y los mecanismos colectivos y su situación en ellos. Podemos decirlo intuitivamente: Mi dolor es colectivo y compartido, pero ante todo es mi propio dolor, pero no es posible tratarlo de la manera en que me propongo y/o proponemos si no hago y hacemos tales cosas.


El dolor y la axiología personal


Llegamos a la sección donde desembocamos por nuestro abordaje y reunimos lo tratado en el breve escrito. Si en la sección anterior destacamos la influencia colectiva pero también su dimensión autónoma, manteniendo está relación enigmática y tensa de los fenómenos colectivos e individuales, en esta somos llevados a la valoración y consiguiente condicionamiento y desenvolvimiento a través de nuestros proyectos colectivos, individuales y de supervivencia. Tenemos así una axiología del dolor, de nuestras formas de vida y supervivencia, estando implicada en ellas una axiología de la seguridad en su consolidación y regularidad. El fenómeno de ciertas formas vida y supervivencia origina ciertas expectativas y condicionamiento libres o impuestos que conducen a una axiología de seguridad, métodos supuestos para conseguir las formas de vida y supervivencia valoradas positivamente y métodos supuestos para conseguirlo valorados negativamente con todo lo que ello implica, influyendo en una axiología del dolor, valoraciones positivas del dolor respecto a su aporte y no aporte a las formas de vida y supervivencia, por lo tanto nuestra axiología del dolor está influenciada y mediada por las de las formas de vida y supervivencia y de la seguridad, y a su vez el dolor parece tener elementos valorativos directos aunque no suficientes en aislamiento para una axiología,  y que claro está no sucede en aislamiento. Aunque está, como hemos destacado respecto y siendo consistentes con lo dicho a lo largo del escrito, también tenemos interviniendo una axiología instanciada individualmente y situada respecto a las intersecciones del individuo siendo partícipe de los mecanismos colectivos que participa. 


Concluyendo nuestro argumento desarrollado en el escrito: el dolor está influenciado, valorado, conducido y estudiado de manera plural y diversa por distintas axiologías dinámicas y plurales, los mecanismos colectivos y los fenómenos implicados en ella. Siendo está la relación conceptual y vital del dolor y la vida misma. A saber, tenemos como fenómenos: el fenómeno plural e individual del dolor, el de los mecanismos colectivos y sus prácticas, el de la supervivencia y las formas de vida. Como axiologías la de la supervivencia y las formas de vida, y como condición de su desenvolvimiento la de la seguridad, y también la del dolor. Siendo, como hemos dicho, la interacción múltiple y cambiante de esto al menos parte de la relación conceptual y vital del dolor con la vida.

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