¿En qué medida excluye lo particular a lo general?
Una reflexión reciente que llamó mi atención atañe al siguiente post que formuló el profesor Arturo Barceló en su cuenta de Facebook, donde redacta: "En ontología, cuando nos preguntamos qué entidades existen realmente, no nos interesa la realidad de esta o aquella entidad particular -con notorias excepciones como la de Dios (Rovira 1991)- sino la de categorías enteras de entidades. No nos interesa si existe esta silla o aquel taburete, sino si existen los objetos materiales ordinarios (Cumpa y Brewser 2018). Nos interesa la pregunta sobre si es un hecho ya el que habrá una batalla naval mañana, no porque dicho hecho particular tenga algo en especial (como lo tendría, por ejemplo, para el general que debe planear su estrategia de defensa), sino por lo que nos dice sobre el estatus ontológico de los hechos futuros (Mijangos 2003). Cuando Boolos se pregunta si exista el cardinal Kappa, no le interesa tanto ese cardinal en particular, sino si es suficiente tener una prueba dentro de ZFC para aceptar la existencia de cualquier conjunti (Hart 2007)."
A lo cual, respondí en los siguientes términos:
Mi intuición puede no ser correcta, pero he encontrado el punto en el que creo no estar de acuerdo. Me parece que es el momento en el que dice: "no nos interesa la realidad en en esta o aquella realidad particular (...), sino sobre las categorías enteras de entidades". Creo que si bien en el fondo la sentencia es correcta, el hecho de olvidar el estudio o incluso interés de lo particular es un error, por dos motivos. Primero, que si hacemos esto, olvidamos de lo que se conforma la categoría, que es lo general de lo que habla Barceló. Porque, siguiendo en ese hilo de pensamiento, un particular perteneciente a una categoría que resulte defectuoso puede echar abajo la construcción de lo universal. Claro que nos interesa la silla y el taburete porque su realidad participa de la generalidad. Y si habla de su realidad en tanto que ónticamente son madera, debería entonces no mezclar esas categorías, pues es sabido que en relación a la madera, la forma de la silla tiene poco o nada que ver. Pero Barceló extrae forma y material, cuando de lo que se habla es exclusivamente de un ejercicio de participación entre lo particular y lo universal.
No obstante, en discusión con otros colegas, me di cuenta de que el punto del profesor fue algo parecido a lo que yo denominaba 'no mezclar categorías'. Con ello quiero decir que el motivo de mi incomprensión se debió más a términos del lenguaje que nombraba a lo que estaba tratando de señalar Barceló. Según entiendo, el quería decir que cuando hablamos de 'este banco que existe aquí', no me interesa si esta silla es de color café o color rosa, por nombrar un ejemplo que no se contraponga a la categoría general, mientras efectivamente sea participante de la categoría general. Una solución que no vino a mi mente a la hora de leer ese fragmento fue la de los accidentes aristotélicos, que precisamente señalan a todo aquello que no sea esencial para denominar que algo es lo que es.
Pero aún así, creo que el hecho de dejar esa ventana abierta, es decir, que no nos importa la particularidad, puede predisponer que esa línea sea difusa, porque, por ejemplo, si nos encontramos con un objeto que podamos usar como silla y como algo más, ¿qué pensaríamos de su generalidad? ¿que es compartida? y si eso ocurre, ¿no sería ya un señalamiento lo suficientemente interesante para discutir su naturaleza ontológica? pienso, por ejemplo, para no dejar la cuestión sin ejemplo, en un tronco gigante, que podemos usar para sentarnos por lo tanto silla, pero también lo podemos usar como materia prima para irónicamente hacer una silla propiamente hablando, o para hacer papel.
Dejo estas cuestiones por aquí y dispuestas a discusión en lo que expando mis conocimientos para debatir más al respecto.
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