¿Qué es la imaginación? Dos formas de pensar sobre nosotros y la comunidad.

                                                              

         Representación utópica de New Harmony (Indiana), EE. UU., según las propuestas de Robert Owen (1838).

Usualmente entendemos esta palabra sólo bajo su uso creativo de crear elementos o figuras que sólo existen en la ficción, por ejemplo, al hablar de personajes o mundos creados. Cuando leo de Tlön o Aliosha Karamazov entiendo fácilmente que trato con figuras que no son reales; si he de encontrarlos o escuchar de ellos habrá de ser sólo cuando me acerco a su obra o los escucho en una conversación, la cual hace referencia a esa obra. Parece así que la imaginación esta unida con elementos ficticios, cuyo paradero y uso puede enconctrarse en ciertos espacios autocontenidos -"La maja desnuda" de Goya se encuentra dentro de los parámetros de su marco, o dentro de la plática de ella; pero nunca se encuentra en la plática, o siendo quien dio inicio a ésta.    
    Terminar así con este concepto es reducir su significación a un nivel únicamente para el entretenimiento. Uno puede tener una buena plática con las ideas de una obra, pero nada más. No parecera muy distinto hablar de ella como si se hablara del sabor favorito de la comida de uno y que otro también opine lo mismo mientras otro hable de que le disgusta ese platillo. 
    El rol de la imaginación no termina en lo ficticio -en lo irreal, el entretenimiento de la mente y el cuerpo-, sino que cumple una función más profunta. Esto ocurre porque además de ser el ser humano una criatura emocional y racional, también es imaginativa. Por tanto, este elemento cumple una función vital en el humano: puedo decir que si afirmamos que somos creadores de ficciones muchas veces no sólo lo hacemos para distraernos, como al embelecer un árbol con adornos navideños, tratándose nomas de una actividad entretenida, no muy distinta a después pasar a la actividad de juegos de mesa; otras veces cumple una función de tipo fundamental para nuestra existencia y, también, es un elemento social. 
    Para el primer caso, creamos ficciones porque creemos en ellas, o queremos muchas veces hacerlo. Esto lo haremos desde el es aspecto emocional. Pasa así porque son voceras no  de nuestro lado racional, sino emocional. Nosotros muchas veces no quedamos convencidos por la via argumentativa para las cuestiones sociales y personales[1]; sólo terminamos por actuar hacia medidas de este tipo porque sentimos que estamos entrelazados con alguien y, por tanto, nos vemos motivados a actuar: pasa así cuando se trata de un movimiento social, donde demandamos dignos condicionamientos para el trabajo o el reconocimiento de una identidad; pasa también en un esquema más grandoe, donde empezamos a unirnos en grupos, ambos comparten las mismas creencias, un tipo de lazo emocional o un mismo valor que privilegian más que a otros; y, para dar otro ejemplo, se ve también cuando empatizamos con una persona que no conocemos y esta al otro lado del mundo, cuyos ideales o expresión sentimental es similar a la nuestra -puede ser que lo esté viendo en la tele promulgando sobre el cambio climático, algo que puede preocupar urgentemente a uno de similar manera. (Claro, a veces puede reducirse a la distracción; pero si es buena distracción exigimos entonces que evoquen un grado de emoción efectuada sobre nosotros: en una película de acción que nos deje emocionados, en el horror que nos deje asustados, etc., muchas veces la primera exigencia es que empaticemos con los personajes -ello muchas veces quiere decir que pueda ocuparse la expresión "que parezca que los conozca". En la Rusia del S. XIX, para ilustrarlo aún más, era muy usual que al hablar de los personajes clásicos no se referían a ellos como personajes de una obra, sino que hablaban de ellos en segunda persona -Aliosha Karamazov o Anna Karennina formaba parte de su círulo de amigos. De la misma manera, las obras de Dickens, Middlemarch de George Elliot o Clarissa de Samuel Johnson eran obras cuyo compilado iba siendo reunido a lo largo del año, es decir, publicaban capítulo por capítulo semanalmente. Esto daba la oportunidad de "conocer" el mundo que iban a leer (habitar) y "conocer" a las personas con quienes pasaran el año. En ese sentido, hay un esfuerzo por hacer la ficción tan real como el mundo donde uno está. Exigimos ser engañados incluso en el entretenimiento -quizá eso es lo que podríamos calificar como buen entretenimiento). Uno puede argumentar en favor de una comunidad, de realizar una medida social, etc., pero me parece que todos esos casos se podrán reducir sus intenciones a una cuestión de practicidad. Necesitamos formar una comunidad porque requerimos de reglas para no quitarnos nuestras cosas y tener un equilibrio; tenemos que dar reconocimiento de a un grupo minoritario porque si hemos de cumplir de manera consistente nuestro concepto de dignidad humana, hemos de hacerlo; etc. Pero esto no es suficiente, simplemente porque uno puede ignorar estos hechos prácticas. Falta querer hacerlo, y para ello tenemos que desear hacerlo [2].  
    La objeción aquí puede ser que no existen tales cosas como comunidad o dignidad humana porque ambas son cosas ficticias. Y bien esto puede ser cierto, pero yo trataría de hablar de ellas como entidades imaginativas. Esto querrá decir, para este tipo de casos, que incluso si no existen, queremos que existan. Podríamos reducir eso a una cuestión de practicidad y decir que estoy siendo redundante con el anterior párrafo, pero creo que hay una importante distinción entre ambas. La practicidad proviene más que nada de nuestro parte racional y la imaginación no (aunque sí posee elementos conceptuales debido a que se trata de una habilidad espacial también). "Necesitamos creer   que existen", ella es una expresión práctica, la que da inicio a la imaginaria comunidad e ideas fundamentales sobre el ser humano -ex. gratia, que posee derechos-; pero conforme el tiempo pasa, empezará a cambiar de sentido la frase. Empezamos a relacionarnos con otros y a convencernos que su vida realmente posee algún tipo de valor intrínseco en ellos; creemos también que la comunidad es una entidad la cual da sentido a nuestro modo de vida: empezamos a convencernos que existen y que sin ellas la definición de lo que significa humano no estaría completa: somos seres grupales y relacionales -ambas expresiones aquí son emocionales. Aquí nuestra única manera de afirmar esto provendrá del uso de la imaginación, para atar lo que creemos hacia el mundo: que podemos afirmar que la dignidad humana y la comunidad existen en el mundo, que no forma parte sólo de nuestra mente. De la misma manera que Anna Karenina no era sólo un personaje de una obra, sino también conformaba parte del círculo de amigos de algún intelectual ruso, requerimos nosotros transponer lo que creemos en el mundo[3]
    Nuestro querer es un elemento importante sobre lo que tiene que ser imaginado. No nos proponemos a imaginar cosas que nos dañan, al menos no en el grado que lo hacemos con las cosas que deseamos que sean verdaderas. Frente a un escenario terrible, por ejemplo, la esperanza se nos presenta como la posibilidad -por más mínima que sea- de que la situación puede ser revertida a un mejor esenario. Ocupando la oración, "queremos imaginar que todo puede ser posible": postulamos que algo podemos hacer. Resumidamente, se trata de querer afirmar que algo es posible, que en algún grado es posible hacer. El caso clásico (precisamente por lo terrible de la situación) son los campos de concentración, donde no es asequible postular un tipo de solución definitiva. Sin embargo, cuando no es posible moverse o estar satisfecho con las condiciones donde está, será requerido para la supervivencia no sólo una cuestión práctica -delatar a alguien para recibir los beneficios de realizar esa acción, por ejemplo-; se necesita un elemento "humano": creer en  la bondad de la humanidad; incluso cuando no existe algún rastro de evidencia para ella, se requiere imaginar que necesariamente existe. De otro modo, podemos decir que se pierde la vitalidad de continuar viviendo. Así, la imaginación es un gran elemento para continuar afirmando la vida. Perder todos los elementos que uno considera importantes para la vida es eliminar todo el contenido que hace la vida significativa. 
    El otro rol de la imaginación también posee un elemento social. Pero no nos habla aquí de lo que existe, sino de lo que puede llegar a existir. Creo que aquí es donde se presenta el rol utópico de nuestra mentalidad. Como nuestra mente muchas veces crea escenarios, pero le cuesta mucho trabajo presentar las imperfecciones de esos escenarios -más que nada para los planes de finalidad político-, pues formamos en estos lo que nosotros buscamos para mejorar nuestras vidas. Sin embargo, es imprescindible esa habilidad imaginativa; incluso si observamos estos problemas evidentes, hay puntos donde la mayor parte de la población congenia (demandar nuestros derechos, promover medidas institucionales, sustituir un aparato estatal por otro, etc.).  Por tanto, no dependera de la autoridad de algún representante del Estado cómo mover a la comunidad, sino de qué queremos la mayoría de nosotros que sea esta entidad gobernamental y económica[4]. Y como ese "nosotros" siempre va cambiando -por mera cuestión de nuestra mortalidad, una generación siempre sustituye a la otra-  también lo que esa mayoría va a querer también cambiará. Pero en resumida manera, lo que todos querrán será algo mejor a lo que tienen en ese momento, es decir, algo que puede ser mejorado o que necesita ser sustituido por algo mejor. 
    Este segundo punto nos habla entonces de lo que imaginamos para el futuro. Éste siempre es cambiable dependiendo lo que quiera esa comunidad; por ejemplo, lo que la España del S. XV quiere para su futuro es distinto a lo que la españa de nuestra época busca: lo que quiere Argentina es diferente a lo que quiere Brasil. Permitir este ejercicio -que uno pueda imaginar el futuro de la sociedad- en la política es un elemento crucial para la posibilidad de una verdadera democracia (algo que no podemos decir que en la mayoría de nuestra historia hemos tenido). Hasta ahora sólo unos cuantos tienen el privilegio de esto; ello ocurre porque con el poder de imaginar también aparece fuertemente la correlación de poder y autoridad -es decir, que uno pueda mandar y que otro tenga el deber de obedecer ese mandamiento. Con esto hablo de que es muy distinto que una persona normal tenga una verdadera voz a la de un empresario con varios monopolios; parece obvio que el segundo tiene más poder de influenciar sobre los cambios dentro del Estado. Podemos decir que aquí lo que se necesita es eliminar la noción de poder del segundo, pero eso me parece un procedimiento impráctico y dificil de alcanzar. La política no puede desacerse de las cuestiones adminstrativas y estratégicas; esto querrá decir que para las empresas internacionales, por ejemplo, muchas veces requeriremos de un tipo de relación estratégica debido a nuestra dependendencia del producto que tengan. Aveces, entonces, tendremos que privilegiar alcanzar un acuerdo con esa empresa que con otras personas que poseen menor influencia o poder. Se trata de una solución práctica. Ello puede llevar muchas veces a injusticias, pero es algo con lo que estamos atorados. 
    Sin embargo, ello no quita que por ello deberíamos olvidarnos del cuidado de las personas. El error en el caso que dimos sería reducir al Estado a que sólo tuviera que lidiar con las empresas, las organizaciones políticas y tratar de ellar acuerdos con otras entidades políticas o económicas. Su primera preocupación siempre es el sujeto; más aún, tiene que hacer posible  que el sujeto pueda tener algún tipo de voz sobre esas cuestiones -que pueda imaginar algo mejor a lo que tiene[5]. La participación ciudadana no se trata de luchar por lo que cada persona quiere que se implemente en el Estado, por ejemplo, si una persona cree que se debería seguir cierto modelo religioso, sino de reclamar por medio de las generalidades, es decir: demandar que mejoren sus instituciones de salud; que toda información que se tome sea libre para el público; reclamar que las medidas económicas implementadas ya no están funcionando, pues una gran población no se está viendo beneficiada y es sólo la minoría la que sí se benefició, por lo que se demandará que se reformen o sean sustituidas por un mejor modelo; que se hagan cumplir sus derechos, etc. Tenemos, por tanto, un tipo de imaginación colectiva. 
    Vemos entonces que la imaginación puede cumplir la función de entretenimiento, un elemento persona y un tipo de defensa democrática. Para los tres casos el elemento usado será emocional -aunque ello no excluye la parte racional. Lo requerimos porque ella es la parte más elemental para unir a la personas para que formen parte de un grupo o para que al esbozar sobre el futuro podamos reconocer que alguien distintp a mi también merezca también ser tratado dignamente. La imaginación no nos dice lo que hay en el mundo, sólo aquello por lo cual nos esforzamos por continuar afirmando, como si tuvieran un tipo de realidad similar a un baso o una montaña. Esto no es disminuir su valor; en cualquier caso, se trata de un esfuerzo por siempre creer en ellas. Si todo el mundo excepto uno ha dejado de creer en la bondad y compasión, esta sola persona es capaz de renacer y expandir esas emociones fundamentales. Lo mismo ocurre en custión al futuro, ilustrado en las novelas clásicos distópicas: en las dictaduras la chispa de la rebeldía nace siempre dentro de éstas -es dentro de sus propios ciudadano que se mantiene viva la imaginación de un mejor futuro, sea ella presentada en su fantasía de la existencia acerca de un lugar que no ha sido afectado por el gobierno (un lugar que no ha sido tocado por ellos o creando rumores de algún grupo rebelde que trabaja en las sombras para derrocar la dictadura -eventualmente la imaginación de levantar un martillo se vuelve una acción. Otra forma posible de hablarlo sería decir que las utopías nacen de las distopías, la sociedad que ve su mundo adolorido imaginará otro donde se curarará ese padecimiento. Por supuesto, ésta dependerá del lugar donde se encuentre. Los problemas de una nación son distintas a otras -como ya había dicho-, por lo que la forma en que uno imagine cierta ciudad utópica será distinta a otra, porque ésta ha surgido en respuesta a lo que las condiciones de ciertos problemas particulares. 

[1] Muchas veces hablamos de esto como una carácteristica defectiva, como si sólo lo racional fuera el único factor para que uno se convenza de si va a decir sí o no a algo. Pero esto a mi parecer es nuestro problema. La razón no es un lazo de empatía, y nosotros requerimos de ella para formar comunidades; bien puede ser que la razón promueva al fortalecimiento de la comunidad, pero sólo una vez uno esté dispuesto a la formación de ésta, y sólo es posible si en primera instancia uno siente que existe un tipo de relación con otros. Esto quiere decir que la razón muchas veces no es el motor de acción -uno puede ver, por ejemplo, que algo es verdadero (ex.gratia, que gente necesita ayuda para algo), y aún así decidir no actuar o no querer ayudar.

[2] Me parece que hay más factores, pero creo que este cumple la función esquemática de la idea. Los otros factores ayudan porque muchas veces uno puede desear algo pero tener una voluntad débil. El clásico ejemplo para mostrar eso viene de alguien que sufre de alcoholismo que quiere dejar esa adicción, pero no lo hace debido a su voluntad débil. 

[3]Esto trae muchos problemas y genera siempre un tipo de desbalance en cómo hemos de conducirnos en un nivel público, porque lo que estoy indicando es que lo que creemos que formar una parte esencial de nosotros se reduce a que yo creo que forma parte de mi, pero no hay nada más que lo afirme. Pero también estoy diciendo que incluso si soy conciente de ello aún así no debo abandonarlo; por el contrario, hay que continuar afirmándolo porque es lo que me permite tener la vida que quiero. Este mundo le pertenece a todos y son ellos quienes deciden lo que quieren imaginar. El conflicto aquí proviene con las cuestiones colectivas. Un ejemplo de caracterización paradigmática proviene con la unión/separación de la Iglesia-Estado. Durante mucho tiempo mantuvimos esa idea de unión, lo cual quería decir que las reglas del estado -reglas que tenían que seguir todos, sean creyentes de la religión católica o mantenían otro tipo de creencias- eran las reglas de la Iglesia. A diferencia de ideas generales como comunidad, libertad, igualdad, etc. -la cual puede presentarse de muchas maneras- aquí se tenía algo más concentrado: una visión particula de cómo manejarnos y vivir. ¿Debería entonces soltarse esta idea de cómo es el mundo por parte de éste y otro tipo de idealizaciones globalizantes? No lo creo; teorías como los derechos humanos o capacidades humanas (Martha Nussbaum) poseen ese mismo elemento universal. Pero aquí no se pide un tipo de conducta o mandamientos que todos deben seguir, al menos uno no muy restringido. Todos ven el beneficio de estas ideas sin que sus estilos de vida se vean amenzados -al menos esa es la meta. Aquí parece que este tipo de ideas puedan promulgarse como parte de esos beneficios que uno ve al integrarse a la comunidad, es decir, seguir ciertas reglas comunes. Además, esto tampoco impide que puedan tenerse visiones globalizantes, pero que no formen parte de las reglas comunales. Un grupo religioso puede existir adentro y llevar aún los tipos de prácticas que deseen, exigiendo que se hagan cumplir sus derechos (los cuales también son aplicables a todos los demás, por ejemplo, libertad de culto). Después de todo, si fueramos a excluir a cada grupo que tenga una visión de cómo debe ser la comunidad parece que la mayoría de la población quedaría excluída. Es simplemente un rasgo humano imponer lo que queremos en el mundo. Podríamos decir que incluso la visión más neutra que permita que todos los grupos diversos convivan dentro de un mismo territorio aún es una imposición sobre cómo debe ser el mundo, pues hemos puesto ciertas reglas para esa convivencia y, al final de todo, quien postulo todo fue una persona o un mismo grupo.  

[4] Uno podría decir que la población mayoritaria, al no estar bien educada en los temas técnicos de las instituciones, terminaría sólo afectando la trayectoria de la comunidad. Requerimos entonces de especialistas, aquellos que saben qué hacer. Sin embargo, a esto podemos decir dos puntos. Primero, no parece que estén siguiendo su propio consejo acerca de los especialistas -o en todo caso, parece que sólo le están haciendo caso a los especialistas que sólo evaluan al grado administrativo y no de otro tipo; es decir, aquí el único factor relevante es cómo generar riqueza-. Aparte, no observo que hacerle caso a los especialistas sea incompatible con ese tipo de postura democrática que esquemáticamente describí. Bien podemos nosotros demandar que se escuchen que se escuche la voz de los especialistas -nosotros seríamos quienes asegurarían que la voz de ellos se está o no escuchando. Aparte de ello, cabe destacar la pregunta ¿quiénes son los especialistas? Un doctor puede formar parte tanto de los "especialistas" que informan al Estado y otro doctor puede sólo formar parte de la población del país: así, incluso si no ha sido seleccionado como "el especialista" como lo fue el primero, aún así su voz posee algún tipo de validez. El segundo punto es que a pesar de que la población mayoritaria no posee un lenguaje técnico sus demandas muchas veces no lo requieren: requerimos que se acabe la corrupción, que trabajen por una mejor seguridad, que los sectores más pobres sean cuidados, etc. Nada de esto me indica que tengo que aprender del lenguaje de la política, sólo demandar a la persona encargada de hacer eso posible que lo haga -aquí estoy inconforme cuando veo que se están aprovenchando de su puesto y cuando veo que no cumplen con esas demandas que no requieren tecnicismos.    

[5] Ya vimos que evidentemente el ciudadano promedio no puede tener el mismo tipo de voz o autoridad sobre todos los aspectos sociales. Para los temas de salud, por ejemplo, no podemos decir que tiene algo fructifero de qué hablar. Sin embargo, aún así puede aportar para las cuestiones simples (libres de tecnicismos). Puede que sea ignorante, pero ello no evita que pueda observar que hay un mal manejo para las instituciones médicas: los hospitales públicos carecen de buenas instalaciones, de personal médico, ineccesabilidad para ciertas operaciones y alto precio en medicamentos para el ciudadano promedio. Estos casos son de injustica no de conocimiento técnico. -Aquí uno puede decir, ¿cómo puedes decir que son injustos estos casos? Fácilmente uno podría responder "porque el ciudadano promedio" no puede acceder a ellos. 

    



Axel

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